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17 de diciembre de 2014

Análisis de: Cabalga Diego Laínez, un romance literario

 

El célebre romance Cabalga Diego Laínez no es sino un fragmento desprendido del cantar tardío de las Mocedades de Rodrigo, de  fines del siglo XIV, el último que se sepa de largo aliento que se compuse en España y que es refundición de un texto anterior, cuya prosificación recoge la Crónica de 1344.

El romance no nos explica la circunstancia que motiva la visita de los de Vivar a la corte del rey. Tampoco queda claro el desenlace. El interés del texto se concentra en la escena del besamanos frustrado, en la rebeldía del joven vasallo, en su arrogancia.

De acuerdo con la gesta de la que procede destinada a cantar una serie de hechos legendarios y fabulosos acerca de la infancia y juventud del héroe, el episodio que desarrolla el romance está ligado al casamiento de Rodrigo con Jimena, uno de los temas centrales de las Mocedades, y cuyos pormenores carecen de todo fundamento real. No olvidemos que estos poemas épicos tardíos han perdido por completo el espíritu histórico de los antiguos.

Rivalidades entre las casas de Vivar y de Gormaz, y agravios del conde Lozano, padre de Jimena, para con Diego Laínez, ya anciano, determinaron la muerte de aquél por la mano inexperta pero arrojada de Rodrigo, apenas un adolescente.

De acuerdo con antiguas costumbres, atestiguadas en una chanson france­sa, la huérfana podía solicitar al rey en matrimonio a un caballero para compen­sar su soledad y desamparo. Lo novedoso del poema castellano es que Jimena reclame por marido al ofensor y homicida de su padre. Precisamente para acceder al pedido de la noble doncella es que el rey convoca a Diego Laínez, quien acude a la cita con su hijo y su mesnada de trescientos caballeros. Rece­loso va Rodrigo, temiendo que el llamado del monarca, cuyo objetivo ignora, esconda una emboscada para vengar la muerte del poderoso conde Lozano. En el poema, el episodio que subraya como en el romance la altanería y bra­veza del protagonista termina allí mismo, pese a los desplantes del héroe, con el casamiento de la joven pareja.

El romance ha olvidado los antecedentes del asunto, los que quizá podrían justificar el ánimo altivo y desconfiado del Cid; también, el desenlace o matri­monio con que culmina. Por los cuatro últimos versos intuimos que entre los hombres del rey y los de Diego Laínez se ha producido una gresca, de la que salieron victoriosos estos últimos, quienes regresan a sus heredades "mejor armados" y "a caballo". Las dos breves menciones parecen aludir al botín obte­nido en la pelea.

Dice Menéndez Pidal que el final del poema recuerda el de un romance del ciclo de Fernán González "de donde proceden también los animados versos que describen el contraste del traje de guerra de Rodrigo con el traje de corte de los trescientos que le acompañan", para concluir que con tales "contamina­ciones y adiciones se forma un romance viejo".

Lo dicho nos permite aseverar con palabras del más ilustre investigador de la poesía épica española y de sus manifestaciones populares que, en mu­chos casos, un romance viejo de ascendencia literaria épica:

"... es un breve poema esencialmente episódico, formado con algunos versos de un cantar de gesta, simplemente entresacados, o más comúnmente comple­tados con otros, que ora resumen el relato del poema, ora le dan un nuevo giro, según el capricho creador del redactor primero o de los recitadores su­cesivos; pero la forma es siempre épico-lírica: concisa, enérgica, más descrip­tiva o dialogada que narrativa."

'Otras consideraciones: Diego Laínez es el padre del Cid. La épica tardía hizo descender al héroe cas­tellano de Laín Calvo, primer juez de Cas­tilla.
En el romance  se pone en evidencia el uso del paralelismo antagónico que pone de relieve la figura de Rodrigo. Los contras­tes mula-caballo, oro y seda-bien armado, guantes olorosos-guante mallado, vaneas-estoque dorado, sombreros muy ricos-casco afinado señalan que todos van en son de paz, excepto Rodrigo, que acude a la cita del rey, Fernando I,  con ánimo belicoso y ves­tido como para la guerra.
La Jimena Díaz del Poema de Mio Cid mujer de alcurnia regia según la historia se convierte en el de las Moce­dades en la hija de don Gómez de Gormaz, conde Lozano, un personaje y apelli­do inventados.

Fuente: España en sus letras; Ed. Estrada, Bs.As.; 1985




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