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14 de junio de 2014

Brasil: resumen de su historia y su literatura


Brasil: resumen de su historia y su literatura
La república brasileña tiene una historia reciente: su proclamación data de 1889. Apenas un año antes se declaró abolida la esclavitud, base de su sistema económico desde la conquista, si bien hacía tiempo que su importancia había declinado ya que era mano de obra asalariada la que a finales del siglo XIX  proveía al Brasil de su principal producto de exporta­ción: el café.
Brasil es, sin duda, el país que registra los mayores contrastes en su desarrollo. Mientras tiene los más altos índices de progreso industrial y científico de Latinoamérica, vastas zonas de su territorio permanecían  sumergidas en un atraso anacrónico. El otrora poderoso noreste, bastión de la producción azucarera durante la colonia, es ya en el siglo XIX una de las zonas más pobres del país. La riqueza cafetalera se concentró en San Pablo y Río de Janeiro en cuyas áreas de influencia se aglomera la población urbana, destinataria de los productos industrializados en el siglo XX.

El nacionalismo y los comienzos de la industrialización
En el plano político surge hacia 1920, el "tenientismo" movimiento con influencias en el ejército e inclinaciones nacionalistas y populares que expresaba el crecimiento de las fuerzas productivas del país. Del mismo surgió como una historia que toca la leyenda, la "Columna Prestes" por el nombre de su líder, el capitán Luis Carlos Prestes, cuyas largas marchas en el interior pauperizado del Brasil, castigando los abusos de los terratenientes y eludiendo con habilidad y heroísmo militar el hostigamiento de las tropas, han pasado a formar parte de la tradición política brasileña.
Las tendencias nacionalistas iban a encontrar su caudillo en Getulio Vargas, combativo político del Estado de Río Grande, cuyo movimiento de prolongada influencia secular, las representó con ambigüedades y vacilaciones en su línea. Asciende al poder a través de la revolución de 1930 en momentos en que la situación mundial, trastornada por la "gran depresión", hacía peligrar la confiada prosperidad de toda América.
Vargas comienza una política de protección y estímulo a la industria nacional y busca democratizar el sistema, incorporando ciertas con­cesiones a la clase obrera. Sin embargo la oposición iniciada desde la Alianza Nacionalista Libertadora, liderada por Luis Carlos Prestes desata una política represiva. Hacia la década del 40 Brasil reorienta su política hacia los EE.UU. y rompe con las potencias del Eje. El golpe de Estado que derroca a Vargas en 1945 para restaurar el régimen constitucional no logra desalojarlo del escenario político brasileño: vuelve al poder en 1950 a través del voto popular. Este segundo período que habrá de durar hasta el suicidio del líder populista en 1954, se caracterizó por medidas de corte nacionalista como la constitución del monopolio estatal del petróleo y por una amplia agitación popular realizada por su ministro de Trabajo, Joao Goulart, transformado en heredero del varguismo.

La fórmula Kubistchek-Goulart—triunfadora en las elecciones del '55— continúa el esquema del caudillo desaparecido aunque las condiciones internacionales hacen fracasar el viejo proyecto de atraer al capital extranjero, al mismo tiempo que se elabora toda una ideología del desarrollo nacional de la que participan numerosos técnicos y economis­tas. Durante su gobierno se traslada la capital a Brasilia.
En 1961, por renuncia del presidente Quadros, sucesor de Kubistchek el parlamento asume el poder ante la amenaza de golpe de estado. Se vota una reforma constitucional que establece el parlamentarismo. En esas condiciones accede al gobierno el vicepresidente Joáo Goulart. Se suce­den años de agitación popular y huelgas obreras, alentadas por el ejemplo de la revolución cubana y acicateadas por la deteriorada situación económica.
Del milagro a la crisis
El golpe de Estado del 64 cierra toda una etapa de vida constitucional. La dictadura militar que en sus comienzos desata una política represiva lleva adelante, a partir de 1967, una vez anulada la oposición, un plan de desarrollo industrial fundado en el capital extranjero. Para ello elabora toda una concepción mística del Brasil- gran potencia a la que concurren incluso, los éxitos deportivos. Sin embargo, el clima de euforia tiene corto alcance. A comienzos de 1985, con una situación económica deteriorada por una gigantesca deuda extrna, el gobierno militar cede su lugar a un presidente civil elegido por el Parlamento, Tancredo Neves. Este muere antes de asumir sus funciones luego de una prolongada agonía y en un clima de conmoción popular, se hace cargo del ejecutivo el vicepresidente electo José Sarney.
Entre sus primeras medidas de gobierno se cuenta la moratoria de la deuda externa en 1986 junto con el lanzamiento del Plan Cruzado para combatir la inflación. Los resultados parecieron ofrecer cierto alivio y prosperidad. Sin embargo sus efectos fueron pasajeros y la inflación volvió a descontrolarse. En las elecciones municipales de 1988 creció el caudal de votos de los partidos de izquierda y centro.
A fines de 1989 se realizaron las primeras elecciones directas para presidente —luego de la reforma constitucional— en 29 años. Los candi­datos más votados fueron Fernando Collor de Mello, un político joven, representante de las fuerzas conservadoras y Luiz Inacio "Lula" da Silva, líder del Partido de los Trabajadores.

Resultó electo el primero con 42,75% de los votos contra 37,86% de su oponente. Las políticas implementadas por el nuevo gobierno para contener la inflación resulta­ron a la larga infructuosas. La presión de la deuda externa —Brasil es el principal deudor de América Latinase hacía sentir sobre los sectores mayoritarios. El 29 de diciembre de 1992, en medio de un escándalo de proporciones y luego de haberse expedido la Comisión Parlamentaria, Collor de Mello renuncia a su cargo acusado de corrupción y malversación de fondos públicos. Quedó a cargo del poder ejecutivo el vicepresidente Itamar Franco. La principal preocupación del gobierno es la de contener la inflación que alcanza niveles inusitados. Para ello han emprendido planes de ajuste que agudizan el descontento social y el aumento de los niveles de pobreza de amplias capas de la población en donde aflora la violencia y la marginación.
Los acuerdos para la constitución del MERCOSUR junto a Argentina, Paraguay y Uruguay proporcionan una oportunidad especialmente favora­ble a Brasil —que cuenta con un mayor desarrollo industrial que sus vecinos—para aprovechar sus ventajas.
Las elecciones de 1994 plantean la alternativa del triunfo de las fuerzas de izquierda lideradas una vez más por Luiz Inacio "Lula" da Silva.

LA LITERATURA
Una literatura vital y compleja corresponde a ese país vital y complejo. Ya en el romanticismo hubo prosistas como Joaquim de Macedo, quien refleja tipos humanos que se hicieron famosos, "a moreninha", dentro de la veta del costumbrismo, y José de Alengar, que en su novela O gaucho (el gaucho de Río Grande do Sul) intenta un esbozo social. Pero el novelista más importante del Brasil finisecular es Euclides da Cunha (1866-1909) el autor de Os sertoes1 (Los sertones) quien, según Henriquez Ureña (Las corrientes literarias en América Hispana, FCE, 1954) encuadra la historia de un místico rural "que congregó en torno suyo, una multitud fanática, en una especie de ensayo de geografía humana del sertón, esa zona vasta y peculiar del interior del Brasil". Esta multitud reunida en comunidad rebelde al gobierno, resistió tres intentos de sojuzgamiento, hasta que fue aniquilada. El peruano Vargas Llosa retomó el tema en nuestros días en La guerra del fin del mundo.

Recién en 1922 surge un movimiento literario cohesionado y reno­vador, el "modernismo", iniciado por poetas: Manuel Bandeira, Murilo Mendes, Cecilia Meireles, Carlos Drummond de Andrade, Mario de Andrade, pero que también alcanzó con su hábito renovador a la prosa. Además, la mayoría de estos escritores son también prosistas, especial­mente cuentistas. El modernismo brasileño no es una prolongación tardía del modernismo rubeniano; alejado del preciosismo, busca una expresión a la vez coloquial y vanguardista; volcado a su lengua y a su pueblo logra realizaciones experimentales, sencillas y densas.
El realismo de intención social dio a Brasil algunos de sus escritores más difundidos: Ramos, con su Vidas secas, y Jorge Amado, quien después de muchos libros donde el proselitismo político vencía a la literatura, encontró la ecuación creadora adecuada en una mezcla de sensualismo, humor, fantasías, costumbrismo, sin deponer su combativismo social (merced a la inclusión de contextos como diría Carpentier, desde el lumínico hasta el culinario). Doña Flor y sus dos maridos, llevada al cine, es quizá la de lectura más gozosa. También su mujer, Zelia Gattai, ha escrito, evocando en buena prosa sus memorias de juventud.
Guimaráes Rosa traspuso todas las fronteras de la traducción con su novela: Grande sertao: veredas. Como cuentista publicó: Sagarana, Primeiras estarías, Tutaméia: Terceiras estarías (póstuma, falleció en 1967). Su estilo complejísimo, con un puente tendido al realismo median­te los diálogos, es de una óptima calidad estética.
Clarice Lispector, a nuestro juicio mejor cuentista que novelista (pensar en la prosa faulkneriana de La manzana en la oscuridad) tiene cuentos de clima opresivo y morboso y otros de humor corrosivo y poético.
Se podrían citar muchísimos nombres, a riesgo de ser injustos por omisión, debido a la abundancia y calidad de la narrativa breve brasileña. Incluimos, sin embargo, algunos nombres que han superado las fronteras del idioma: Dalton Trevisan, con más de veinte títulos de narraciones cortas; Rubén Fonseca, Los Prisioneros y El juego de la muerte (libros de cuentos); Caio Fernando Abreu, Inventario de Memediável; Luiz Fernan­do Emediato, con textos que se empezaron a traducir en 1977; Marcelo Rubén Paivo, conocido por su libro Feliz Ano Velho y Luiz Vilela, con varios libros de narraciones cortas y la poética novela de gran repercusión, Estorbo, del cantautor Chico Buarque de Hollanda. También señalaremos tendencias: el regionalismo, el realismo, lo social, el humor, la pura fantasía, la introspección en lo sicológico, la ciencia ficción relacionada con lo cotidiano, el tremendismo que transita por zonas humanas "mal­ditas" (la demencia, entre tantas), la indagación en el alma infantil. 

Fuente: Antología de cuentistas latinoamericanos
Ed.Colihue,Bs.As., 1999

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