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14 de enero de 2013

Análisis de El Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi


Análisis de El Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi

La primera novela que aparece publicada en Latinoamérica es , en 1816, del mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi. Esta cir­cunstancia dio lugar a la formulación  de diversas teorías que tratan de explicar la ausencia de novelas en Hispanoamérica durante los siglos  XVI, XVII Y XVIII.
Una de las primeras razones de la falta de novelas durante el período colonial es atribuida al decreto real de 1531 y otros posteriores, que si bien no impidieron el contrabando de libros como El Quijote de la Mancha, de Cervantes, a las In­dias, no hicieron posible que las imprentas del nuevo mundo violaran esa ley. Pedro Henríquez Ureña, teniendo en cuenta que en todas las épocas hay obras que escapan a las clasificaciones rígidamente establecidas en los géneros lite­rarios, ha indagado en lo que denomina "conatos de novela en la época colonial'. Esos conatos o antecedentes se encuentran en las biografías y crónicas que tienen carácter novelesco con episodios pintorescos o descriptivos, como en la Verdadera historia de la conquista de la Nueva España de Bartolomé de las Casas, Los Cometarios reales del Inca Garcilaso de la Vega o en el Lazarillo de ciegos caminantes de Concolocorvo.


LA HISTORIA DE UN PÍCARO AMERICANO

Periquillo Sarniento es el nombre, deformado por sus compañeros de clases, de un hombre llamado Pedro Sarniento, quien en la madurez de su vida escribe sus experiencias "con la sana intención de que mis hijos se instruyan en las mate­rias sobre las que les hablo".
La historia del protagonista se sitúa en México entre fines del siglo XVIII y principios del sigloXIX, es decir, durante la transición del período colonial a la República. Contada en primera persona según la tradición de la novela picaresca, el Periquillo deambula en los lugares más sórdidos de la sociedad pasando -como El Lazarillo- por distintos amos y viviendo varias aven­turas.

Ese tránsito y los continuos viajes permiten al autor presentar diversos cuadros de la sociedad virreinal -desde la vida de las cárceles hasta la forma de la educación en las aulas- en los que denuncia los males que acarrea la diferencia entre españoles y mestizos, la falta de valores morales o la rigidez de la enseñanza escolástica frente a las nuevas ideas del Iluminismo. El pícaro de Lizardi difiere de los del género en España en que él procede de un hogar honesto y de trabajo, en el cual la figura paterna alcanza una dimensión ética que no aparece en los clásicos picaros de la península.

LOS NÚCLEOS SOCIALES Y EL ESPACIO

El protagonista es un individuo que al desplazarse continuamente ofrece testimonios críticos de los núcleos que componen el ámbito social. Es evidente su comprensión hacia el primero de ellos, el hogar, la casa paterna, y las figuras del padre y de la madre. Mientras viven sus progenitores va atravesando distintos grados de instrucción (la escuela, el curso de arte, el convento) que son como una prolongación de los deseos del padre de que aprenda un oficio útil para la sociedad.
 Los padres, luego los maestros, y después los amos, conforman una escala del viaje que cumple Periquillo entre "malos jueces", escribanos "criminalistas", abogados "embrolladores", médicos "desaplicados", o padres "indolentes".
Entre el momento de su orfandad y su casamiento con Mariana encontramos otra interrupción: el de la vida desarreglada del pícaro que conoce truhanes, ladrones y jugadores que lo conducen a la cárcel.
 Otra forma del viaje es la que se cumple a través de distintos espacios geográficos: la ciudad de México y sus alrededores (Cuautitlán, Ixtaealeo), para pasar luego a Tula, Acapulco, Filipinas y a una isla extraída de un lugar misterioso y utópico.
 Su muerte se produce en un medio honesto, la casa y la familia, con lo cual se cierra el viaje que efectúa el protago­nista a través de un doble espacio: el social, por un lado, y el geográfico, por otro.

LA EXPERIENCIA DE LOS LIBROS

En contraposición a quienes critican las abundantes digresiones moralizantes de la novela, el autor manifiesta desde el prólogo su deseo de aportar obras y autores que sirvan para esclarecer el panorama social y cultural en el cual sitúa la historia de Periquillo. Éste, a su vez, intercala a pie de página numerosos títulos de autores de la época, que enriquecen la novela con obras de consulta y fuentes sobre educación, teología, filosofía natural, física experimental, medicina, farmacia y derecho. Esa experiencia de los libros se une al costumbrismo de las historias  narradas, a las peripecias de un hombre de pueblo, al lenguaje coloquial y a , k descripción precisa de lugares en un rico fresco de un México que emerge de la colonia hacia la modernidad.

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