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22 de octubre de 2011

CUENTO POPULAR: La historia de José

CUENTO POPULAR: La historia de José

El tema de la mujer despechada y del mancebo casto tie­nen numerosas fuentes y proyecciones. Así, p. e., el episo­dio de Gilgamesh con la diosa Ishtar en la saga sumario-babilóraca de Gilgamesh (siglos XXX a XXV AC), el cuento egipcio de "los dos hermanos" (siglos XVI a XI A.C.), la his­toria de Belerofonte en La Iliada, VI, 150-205, etc. 'Fuente: Sagrada Biblia, Génesis, 39, 1-19. Versión de Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga O.P., Madrid, Biblio­teca de Autores Cristianos, 1968.

A José, que había sido llevado a Egipto y com­prado a los ismaelitas por Putifar, ministro del fa­raón y jefe de la guardia egipcia, le protegió Yavé, que hizo prosperar todas sus cosas. Estaba en casa de su señor, el egipcio, que vio que Yavé estaba con él, y que vio que todo cuanto hacía, Yavé lo hacía prosperar por su mano. Halló, pues, José gracia a los ojos de su señor, y le servía a él.

Hízole mayordomo de su casa, y puso en sus manos todo cuanto tenía. Bendijo Yavé a la casa de Putifar, y derramó Yavé su bendición sobre to­do cuanto tenía en casa y en el campo, y él lo dejó todo en manos de José, y no se cuidaba de nada, a no ser de lo que comía. Era José de her­mosa presencia y bello rostro.

Sucedió después de todo esto que la mujer de su señor puso en él sus ojos, y le dijo: "Acuéstate conmigo". Rehusó él, diciendo a la mujer de su señor: "Cuando mi señor no me pide cuentas de nada de la casa y ha puesto en mi mano cuanto tiene y no hay en esta casa nadie superior a mí, sin haberse reservado él nada fuera de ti, por ser su mujer, ¿voy a hacer yo una cosa tan mala y a pecar contra Dios?".

Y como hablase ella a José un día y otro día, y no la escuchaba él, negándose a acostarse con ella y aun a estar con ella, un día que entró José en la casa para cumplir con su cargo, y no había nadie en ella, le agarró por el manto, diciendo: "Acuéstate conmigo". Pero él, dejando en su ma­no el manto, huyó y se salió de la casa.

Viendo ella que había dejado el manto en sus manos y se había ido huyendo, se puso a gritar, llamando a las gentes de su casa, y les dijo a grandes voces: "Mirad, nos ha traído a ese hebreo para que se burle de nosotros; ha entrado a mí para acostarse conmigo, y cuando vio que yo al­zaba la voz para llamar, ha dejado su manto junto a mí y ha huido fuera de la casa". Dejó ella el manto de José cerca de sí, hasta que vino su se­ñor a casa, y le habló así: "Ese siervo hebreo que nos has traído ha entrado a mí para burlarse de mí, y cuando vio que alzaba la voz y llamaba, dejó junto a mí su manto y huyó fuera".

Al oír su señor lo que le decía su mujer, esto y esto es lo que ha hecho tu siervo, montó en có­lera, y apresando a José le metió en la cárcel donde estaban encerrados los presos del rey, y allí en la cárcel quedó José.


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