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27 de agosto de 2011

Análisis de El prisionero de Augusto Roa Bastos


Análisis de El prisionero, cuento de Augusto Roa Bastos: Amigo de Miguel Ángel Asturias y contemporáneo de Juan Rulfo y del puertorriqueño René Marqués, Roa Bastos utiliza la técnica cosmopolita para captar tanto la realidad dolorosa del Paraguay como las relaciones básicas entre los seres humanos.
Aunque el argumento se basa en un solo episodio de una rebelión fracasada, el autor lo aprovecha para presentar su visión del mundo.
La clave para comprender el mundo paraguayo de Roa Bastos es su concepto del tiempo que, a pesar de su parecido con el de Jorge Luis Borges y otros cosmopolitas, tiene un sentido especial dentro del ambiente paraguayo. Las guerras que han asolado toda la nación desde 1865 llevan al autor a anular la marcha del tiempo. Todo se repite y el pasado se confunde con el presente, y a veces hasta con el futuro: “era el rito cíclico de la sangre”; “las carnívoras divinidades aborígenes”; “cuando volvieran a encontrarse, todo sería distinto”. El recuerdo del viejo campesino que murió enloquecido es un presagio de la muerte del propio Hugo.
Como el pasado no se distingue del presente, tampoco se distingue la muerte de la vida. Los soldados viven muertos mientras los detalles del rancho muerto recuerdan la vida. De la misma manera se entremezclan la realidad y la fantasía. La exactitud geométrica —rasgo cubista— de la descripción del primer párrafo se vuelve fantasía con la frase “no tenía prácticamente límites”. El sueño de los hombres lo envuelve todo en un mundo de sombras y de fantasía. Tres veces en un párrafo se emplea la palabra “borrosamente” para captar el sueño de Hugo.
Dentro de ese mundo demasiado realista por una parte e increíblemente irreal por otra, predomina la casualidad con todos sus absurdos. De éstos, el mayor para Roa Bastos es que el hombre sea condenado a matar a su propio hermano como herencia de la tragedia bíblica de Caín y Abel. En este cuento la tragedia personal de los Saldívar no es más que un pequeño reflejo de lo que ha acontecido, está aconteciendo y acontecerá en toda la nación. Peralta es capaz de perseguir con verdadero odio a Víctor Saldívar y a los suyos, a pesar de que todos pelearon juntos contra los bolivianos durante la Guerra del Chaco.
Caín y Abel, realidad y fantasía, vida y muerte, presente y pasado, forman parte del mundo dualístico del Paraguay con sus orígenes en la coexistencia de las dos lenguas, el guaraní y el español, y las culturas que representan. Los personajes de Roa hablan una mezcla de los dos idiomas y el mismo autor emplea de vez en cuando palabras en guaraní. Hay también un eco estilístico del dualismo paraguayo, la predilección por series de dos palabras o frases parecidas o antagónicas: “indecisa y fluctuante”; “avanzaban y retrocedían”; “cautelosa, implacablemente”; el rancho “lúgubre y al mismo tiempo apacible”; “escaño viejo y astillado”; “en desertar, en escaparse”.
Para reforzar el ambiente soñoliento e irreal el narrador se sirve respectivamente de un ritmo muy lento logrado por medio de la descripción detallada y la repetición de palabras y frases; y la selección de símiles y metáforas surrealistas: “y las verdes quijadas de piedra trituraban esas sombras huyentes”; “la luna bruñía con un tinte de lechosa blancura los cuatro carbonizados muñones”; “el brillo inmemorial de la luna, como la pupila de un niño ciego que ha mirado el crimen sin verlo”; “era como una funda de goma viscosa en torno a sus miembros”.
Aunque Roa Bastos se revela aquí como un autor de talento con mucho material temático, tanto este cuento como los otros que integran El trueno entre las hojas no son más que ensayos para su obra maestra, la novela Hijo de hombre.
“El prisionero” es superior a los otros cuentos por su unidad, por su creación del ambiente paraguayo y por su trascendencia universal, pero falla al final. El realismo de la vuelta brusca de Peralta y la excesiva explicación de la identidad de Víctor Saldívar y de la muerte de Hugo no concuerdan con el ambiente irreal y el ritmo lento que el autor ha creado con gran cuidado durante la mayor parte del cuento.


Fuente: Melton Seymour
El cuento hispanoamericano

1 comentario:

asi dijo...

Genial! Muchas gracias por compartirlo!!

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