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3 de agosto de 2008

Análisis resumen de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz


Análisis- resumen de la obra de Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Crzu nació en 1651, en Neplanta, México. Aprendió a leer a los tres años y, a los siete, quiso ir a la Universidad, disfraza­da de hombre. A los nueve aprendió latín. A los trece entró en la corte, donde escribió poemas a pedido de los nobles y cultivó su intelecto. En 1667 ingresó en el convento de las carmelitas descalzas, pero tres meses después se trasladó al de San Jerónimo, donde permaneció hasta su muerte, en 1695. Entre 1689 y 1692 se publicaron en España los dos tomos de sus obras completas.


OBRA LITERARIA
La obra de sor Juana asombra por su perfección y por su diversidad, Pue­de advertirse en ella una doble vertiente: la primera, externa, brillante, so­cial, por la que fue reconocida y alabada, en la que muestra su dominio de la tradición cultural hispánica y de los artificios barrocos (el hipérbaton, la hipérbole, la antítesis y e! retruécano); la segunda, interna, más profunda, más audaz, en la que aborda la problemática del acceso al conocimiento hu­mano. Sus textos reflejan esta contradicción tensa entre sometimiento a los cánones vigentes y la rebelión contra los límites que su condi­ción de mujer le impone.

Su producción se mueve en dos direcciones opuestas, por un lado, aque­lla en la que se apropia de una tradición literaria y de una estética para ju­gar con ellas, para imitarlas, parodiarlas y mostrar su extraordinaria capaci­dad expresiva y, por el otro, el tono confesional ligado a sus intereses personales y a las luchas internas entre rebelarse o someterse a los mandatos sociales y religiosos de su entorno.
.La literatura de Sor Juana Inés de la Cruz tiene, entoncs, dos ámbitos:
1- teológico, generalmente en prosa.
2- profano (cortesano o popular), en verso.
La coexistencia de estas dos vertientes repre­senta la polifonía de las obras de Sor Juana, en la que coexisten los contrarios a partir de los cuales se genera la polémica.

1. Villancicos y coplas
Gran parte de la obra poética de Sor Juana consiste en villancicos y otras letras de carácter religioso, compuestas para ser cantadas. En general, fueron escritas por encargo.

Por medio de estos textos, Sor Juana llega al pueblo, ya que estos cantos eran entonados para la gente que se reunía por motivos religiosos. El lenguaje usado en estas composiciones varía desde un español culto de complejas metáforas, hasta lo popular, como el habla del indio y del negro .
En varios casos, a través de estos villancicos o coplas expone su negativa a aceptar la conven­ción de la época, que sostiene que no es conve­niente la acumulación de excesivo conocimiento en una mujer, sobre todo si es religiosa.

Villancico de Sta. Catarina
Estudia, arguye y enseña,
y es de la Iglesia servicio,
que no la quiere ignorante
El que racional la hizo.
¡ Víctor, Víctor!
Villancico para el final de la misa
Ésta (qué sé yo,
cómo pudo ser),
dizque supo mucho
aunque era mujer.
Esperen, aguarden,
que yo lo diré.



2. Sonetos

Los sonetos son las poesías más conocidas de Sor Juana, y en ellos aparece claramente el tema del amor. Pero el amor planteado en los sonetos admite diferentes lecturas que polemizan entre sí: amor a Dios, amor a un hombre, amor a la sabiduría.
Cualquiera sea la lectura privilegiada, se llega a un resultado común: la ausencia de ese amor. Por esto, se habla de Sor Juana como de un per­sonaje en soledad, ya que estas experiencias amorosas no fueron concretadas: no llegó al encuentro místico (unión con Dios), no tuvo romances conocidos (unión con un hombre) y después profesó como religiosa, por lo que tampoco llegó al conocimiento universal.
La escritura es para ella un proceso liberador, la respuesta positiva que resulta de sumar dos elementos negativos: a) la negación que hace de su cuerpo de mujer; b) la marginación por parte de la sociedad y la Iglesia que no permiten que una mujer estudie y acceda al saber.


Este que véis, engaño colorido
que del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de coloreses
cauteloso engaño del sentido:

este, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores
triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:

es una necia diligencia errada,
es un afán caduco, y bien mirado,
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695).

El tema es la fugacidad del tiempo y de todo lo material. Como en todos los sonetos clásicos, aparece en el último verso: "es cadáver, es polvo, es sombra, es nada". Surge enfatizado por la acumulación de figuras en los tercetos.
Se trata de un soneto endecasílabo, de rima consonante, con esquema ABBA en ambos cuartetos y COC OCO en los tercetos.

El soneto fue una de las formas predilectas del conceptismo, por cuanto su estructura permitía exponer ingeniosamente las ideas en un breve espacio y mostrar una conclusión en los versos finales. Por otra parte, la acumulación de figuras, especialmente los hipérbatos, que retuercen la expresión y dificultan la intelección, muestra el poema como un objeto hiperconstruido, propio del Barroco, así como su tema propone una de las preocupaciones más habituales del intelectual del siglo XVII.

En "Éste, que ves, engaño colorido", sor Juana reelabora el tradicional tópico de la fugacidad de la vida (fugit tempus) desde la temática barroca del desengaño. Parte de un retrato ("engaño colorido") que ofrece la ilusión de detener el tiempo ("triunfar de la vejez y del olvido") y capturar la belleza y frescura de la juventud ("ha pretendido excusar de los afectos los horrores") y que no es más que un espejismo de los sentidos.
Con perfecta síntesis, plantea en los dos cuartetos el silogismo de la aparente inmortalidad del arte para, en los tercetos, reiterar el vano esfuerzo del artista por fijar el instante me­diante versos anafóricos -que remiten a un elemento anterior en el texto­("es un resguardo inútil para el hado / es una necia diligencia errada / es un afán caduco (.,,]") para llegar a la hiperbólica gradación de la enumeración final ("es cadáver, es polvo, es sombra, es nada").
En estos poemas cultos, sor Juana evidencia su capacidad para apropiar­se de una tradición literaria y su talento para glosar a Góngora y a Queve­do, jugando con retruécanos y con antítesis.

Para un análisis más profundo de este poema, pinchar aquí:


OBRA EN PROSA: RESPUESTA A SOR FILOTEA

La mayor parte de su obra narrativa es de carácter epistolar.
Una carta en la que Sor Juana critica las pa­labras de un jesuita portugués, Antonio de Vieyra, aparece publicada en 1690 por el obispo de Puebla, con el título de Carta atenagórica (en alusión a la diosa griega de la sabiduría, Palas Atenea). Esta publicación de carácter teológico va acompañada por una carta intro­ductoria firmada por Sor Filotea de la Cruz, nombre falso detrás del cual se oculta el obispo de Puebla. En esta introducción se le critica a Sor Juana su preocupación por el estudio de las ciencias no sagradas y la temática mundana de su poesía y, además, se la insta a preocuparse más por los asuntos de Dios.
Tres meses después, ella escribió su Respuesta a Sor Filotea, en la que defiende su condición de mujer y su compulsión por "saber", que la lleva a investigar hasta en las actividades a las que querían reducir a las mujeres de la época:

"Pues, ¿qué os pudiera contar, señora, de los secretos naturales que he descubierto estando guisando? Ver que un huevo se une y se fríe en la manteca o aceite y por el contrario se despedaza en el almíbar: ver que para que el azúcar se con­serve fluida basta echarle una muy mínima parte de agua en que haya estado membrillo u otra fruta agria [ ... ] pero, señora, ¿qué podemos saber las mujeres, sino filosofías de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo: 'Que bien se puede filosofar y aderezar la cena'. Y yo suelo decir, viendo estas cosillas: Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubiera escrito ... ".
En muchas partes de esta carta, el relato se toma una confesión íntima en la que aparece la gran soledad de esta mujer desgarrada por la dualidad de los que la aplauden y los que la cri­tican, de sus ansias de saber, investigar y cues­tionar, y la rigidez de los votos religiosos que la obligan a quedarse con la respuesta de que Dios es el origen de todas las cosas:



"Volví [ ... ] a leer y más leer, a estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros. Ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos ca­racteres sin alma, careciendo de la voz viva y explicación del maestro: pues todo este trabajo sufría yo muy gustosa, por amor de las letras: oh, si hubiese sido por amor de Dios, que era lo acertado, cuánto hubiera merecido! Bien que yo procuraba elevado cuanto podía y dirigirlo a su servicio, porque el fin a que aspiraba era a estudiar Teología, pareciéndome menguada inhabilidad, siendo católica, no saber todo lo que en esta vida se puede alcanzar, por medios naturales, de los Divinos Misterios; y que sien­do monja y no seglar, debía por el estado ecle­siástico profesar letras ... ".

En la Respuesta, sor Juana se sitúa como una mujer deseosa de saber en un mundo en el que eso le estaba vedado. Este texto, con la declarada intención de ser "una simple narración de mi inclinación a las letras", va desviándose, mediante el uso de la ironía, para convertirse en un desa­fío a la "candidez" de la mentalidad de la Inquisición ("aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en las cosas que Dios crió') y una provocación al saber establecido, al atreverse a llevar a Aristóteles, máxima autoridad de la filosofía clásica, a la cocina ("Si Aristóteles hubiera guisado, mucho más hubie­ra escrito').
Sor Juana, además de reivindicar su derecho al conocimiento, denunció, en las Redondillas las injusticias a que estaban expuestas las mujeres, víctimas de los abusos y prejuicios de una sociedad en la que las reglas las fijaban los hombres.

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